jueves, 5 de abril de 2012

La Revolución de las Torrijas: Miel y naranja

Musgo y Mandarina declara la guerra a todos los que han relegado a las torrijas a una parte exclusiva del año. ¿Por qué tengo que esperar a Semana Santa para entorrijarme? ¿A quién le apetece un polvorón después de la comida de Navidad? Para rematar cuatro platos y tres postres. ¡A nadie!


La costumbre de poner fechas a los dulces me enerva. Esta idea está fuertemente asentada en la cabeza de mi abuela: “No hay torrijas hasta el domingo de Pascua”. Así que si tienes suerte y ese día estás por ahí: ¡Come todas las que puedas! De lo contrario el festín se aplaza hasta el año siguiente…

¡Basta ya de dictaduras pasteleras! Este tipo de “tradiciones”  son las culpables de que las torrijas se vendan a tres euros (500 pesetas) y vayan de modernitas por la calle Mayor. Tengo documentos gráficos para probarlo...

Tenemos la obligación con las generaciones venideras de terminar con esta opresión. Debemos luchar para que un dulce tan completo como la torrija nos visite varias veces año año. Para conseguir nuestro propósito atacaremos esta semana, cuando el ciclo de la torrija se culmina. Desde aquí invito a l@s niet@s constreñidos y subyugados por el calendario, que salgan de debajo de las faldas de sus abuelas y se metan en la cocina para crear sus primeras torrijas.

Como cabecilla de las revueltas torrijeras, he hablado con mi abuela por teléfono y me he puesto manos a la obra. ¡Sí! He tenido contactos con el enemigo… Pero es costumbre de Estado y tampoco voy a rebelarme sin llevarme algún secretito antes.

El caso es que me han salido unas torrijas de auténtica Revolución, con mayúsculas. Es más, en un ataque de chulería me he tomado la licencia de hacerle “unos apañitos” a la receta familiar. El resultado ha sido una locura, crujientes por fuera y espumosas por dentro. Con mis aportaciones de miel, vainilla, vino y cítricos. Nuevos sabores que se han sumado a la riquísima receta de posguerra que me ha facilitado mi abuela. Eso sí, me la ha dado sin muchos detalles. No vaya a ser que me salgan más ricas que a ella y no aparezca el domingo por casa.

Así que aquí os paso las claves del alzamiento. Eso sí, mis queridos devoradores de Musgo y Mandarina, no os olvidéis de que es un postre frito. Tampoco hace falta saturarnos las arterias. En temas de salud las abuelas son muy sabias… ¿Será  éste es el motivo por el que nos racionan las torrijas?

Ingredientes: 

Una barra de pan de torrijas, o de otro que sea espesote. Mejor si está de un día para otro.

Para la infusión de leche:
Un litro de leche entera. 
Canela en rama
Esencia de vainilla o una cucharadita de polvos de los de hacer natillas.
Tres cucharadas de miel de flores o de brezo. Yo he utilizado miel de cerezo. Una miel de bosque o de eucalipto quedaría demasiado fuerte ensuciando los otros sabores.
Cáscara de naranja. Solo la parte naranja, la blanca amarguea.

3 huevos batidos y vino blanco para rebozar.

Aceite de oliva suave o de girasol.
Cáscara de limón.


Azúcar moreno y canela para embadurnar generosamente. 

1. Pones la leche a hervir, cuando esté le añades las 3 cucharadas de miel, la ramita de canela y la cáscara de naranja. Lo dejas unos minutos en ebullición.

Si vas a utilizar la esencia de vainilla, puedas echarla con los demás ingredientes. Pero en el caso de que vayas a usar polvo de natillas, lo mejor es sacar un poco de leche en un vaso aparte. En esta leche disuelves los polvos de natilla para evitar que hagan grumos. Y cuando esté bien disuelto vuelves a echar la leche a la cazuela y lo dejas en ebullición un par de minutos más.

Cuando tengas el sabor, y sobre todo la dulzura esperada, dejas enfriar la leche antes de remojar el pan. Para que no se deshaga demasiado. Mientras tanto…

2. Cortar el pan en rebanadas de más de un centímetro.

3. Batir los huevos con un chorrito de vino blanco. Le da un sabor muy rico y evita que el aceite haga demasiada espuma.

4. En una sartén, calentar aceite de oliva con sabor suave o aceite de girasol. Y cuando esté para freír echamos un trozo de cáscara de limón. Esto aromatizará el aceite y evitará que sepa demasiado a oliva. La cáscara se irá quemando por lo que hay que irla renovando frecuentemente.

5. Remojamos el pan en la infusión y después lo pasamos por el huevo. ¡Y a freír! Cuando esté doradito por los dos lados, lo sacamos a un papel de cocina absorbente unos minutos.

6. En un plato hondo hemos puesto una mezcla de 3 cucharadas de azúcar moreno y 1 de canela. Y embadurnamos la rebanada por las dos caras. ¡Y ya está la señora Torrija!

COSITAS…

La leche que sobra de mojar el pan, la cuelo para retirar tropezones varios y la guardo. Es posible que la necesite para remojar las torrijitas en el desayuno de mañana. Otra opción es hacer una crema pastelera con ella para acompañar. Una alternativa no demasiado ligera y sólo apta para profesionales del torrijismo extremo.

Para los que penséis que esto de la Revolución Torrijera es una exageración, pongo una foto para demostrar la "esnobización" de nuestro postre. ¿A 3 euros? Con estos precios las abuelas tienen la certeza de que jamás les seríamos infieles…¡O por lo menos, no demasiado!


Por ese precio ya podían hacerlas de licor...
Por último, debo confesar que he celebrado mi victoria en la Revolución, acompañando a la torrija con un Gin Tonic. Lo he preparado con una rodajita de naranja  y un palito de canela… ¡Qué maridaje! Esto es un no parar de crear... No va ni bien, ni mal. No sé si realza el sabor o lo deja de realzar. El caso es que me apetecía… ¡Toma Musgo y Mandarina!

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo... Basta de "frixuelos y picatostas" (crêpes y torrijas en versión astur) por carnaval o pannetones en navidad! Repostería Libertaria desde ya! Qué buena pinta tus torrijitas! la miel de cereza la compraste en esos viajes tuyos "por todo lo largo y ancho de este mundo"? parece que, aparte de la pinta, tiene un nombre muy oriental...

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    1. Gracias por tu comentario y por tu tiempo. Me alegro de que te unas a la Revolución!

      Esta miel es de la Selva Negra, es apreciada en la repostería alemana por su sabor afrutado. Me gusta para cocinar, pero para desayuno me quedo con la de La Gomera.

      Aunque esta "honing" es muy rica a pesar de ser poco conocida aquí. Es menos famosa que el Kirsch, el licor de cerezas silvestres que se elabora en la misma zona y, supongo que, gracias a los mismos árboles.

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