sábado, 31 de marzo de 2012

Spicy Yuli: Especias para arreglar el día

Ayer cuando me levanté… ¡Horror!  ¡Se me acabó la canela! Un día laboral es bastante malo estando en el paro, pero si encima perdemos el placer de desayunar con calma… ¿Qué nos queda? Pues eso, que mi requesón con miel y frutos secos, sin canela pierde bastante.


Así que aprovechando el solecito… Me fui a una tienda que tenía muchas ganas de conocer: Spicy Yuli, en el barrio de Malasaña en Madrid. Más de 80 especias y 90 tipos de tés e infusiones se arremolinan en las estanterías de esta pequeña tienda.

La experiencia ha sido francamente para aplaudir con las orejas. En la tienda te atiende Yuli, con mucho entusiasmo y esmero. Rodeada de latas metálicas y tarros de cristal parece que te va a echar un hechizo... Pero no, lo que  ofrece son especias de verdad y no fósiles en bote como los de los supermercados.

El lugar tiene mucho encanto, luz tenue y estanterías de madera. Es una mezcla entre una cabañita en la campiña inglesa y un zoco de marruecos. Teteras, mermeladas,  galletitas y un sinfín de colores. Cuando pedí la canela, Yulí me recordó alguna de sus propiedades: Relajante, reduce las cifras de azúcar en sangre y está relacionada con la inteligencia. Queda feo que yo lo diga… ¡Pero soy un talento desperdiciado engrosando las listas del paro!

Aprovechando el viaje, le pedí algunas especias para mi cuscús. Es el plato que me ha hecho famosa entre las devoradoras de Musgo y Mandarina. ¡Ya tendréis noticias de él! Yuli me ofreció una mezcla muy sugerente para remasterizarlo y me amenazó con cortarme los deditos si volvía a añadirle nata.

Ya metida en olisqueos… Seguí husmeando por Spicy Yuli y la oferta de sales me conquistó. Opté por una mezcla hecha en la casa, una sal para emplatar con boletus, albahaca y harissa. Un condimento picante originario del norte de África que va a renovar la entraña de vaquita a la parrilla.

Para completar mis tesoros Yuli me regaló un sobrecito de tomate en escamas. La verdad es que no sé en donde lo echaré, pero ya me vendrá un síncope creativo.

De precios me pareció de lo más normal. Pagué por la canela lo mismo de lo que se paga en los supermercados. El té lo encontré más barato que en la franquicia que se ha hecho con los tés de Madrid en los últimos años. Y las recetas y los consejos corren a cargo de la propietaria, que empaqueta las especias con un estilillo apto para regalo. Da gusto encontrar un sitio en el que te atiendan con calma y que no se “esnobice”  la comida poniéndole precios desorbitados.

Me voy a desayunar que tengo canelita nueva. Menos para el bocata de chorizo, sirve para todo y va fenomenal con Musgo y Mandarina.

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